Ni el frio ni la lluvia hizo que los más de 50 alumnos de la Virgen del Pueyo restaran un ápice de alegría al evento que anualmente esperan con la mayor de las ilusiones: el día de los árboles y los áridos en la gravera de Áridos Blesa.
El cielo del día más bonito del año se levantaba feo. Unos oscuros nubarrones amenazaban lluvia y el frio de del valle del Ebro típico del mes de febrero hacía que temiéramos por la consecución del acto. Pero allí llegaron los cincuenta jóvenes con las ganas y el ímpetu como si del mejor día de primavera se tratase, y con sus caras iluminaron tanto el día que ya ninguno de los asistentes privilegiados nos acordamos de la lluvia, del frio, la crisis o del “jueves lardero” (bueno, de eso último un poco sí).
Dicho y hecho. Muchos con la lección aprendida cogieron su paleta y comenzaron a preparar el hoyo para hacer la plantación. De ahí a poner el árbol, pisar para compactar y regar, fue todo uno. Las visita a las máquinas y el almuerzo fue el colofón del acto que servía de recompensa por el esfuerzo. Gracias a Marina, Pilar, Ángel y Jaume que les echaron una mano, para nosotros directoras generales, subdelegado de Gobierno y jefe de Servicio, acompañantes de lujo que año tras año nos apoyan en el evento. Y gracias a la familia Blesa por dejarnos disfrutar de estos chicos una vez más.
En total 150 pinos han sido los afortunados que ahora mismo crecen alimentados por la más fuerte de las energías: la ilusión de las manos que los plantaron, y todos los asistentes invitados un poco más ricos contagiados por tanto cariño. Ya queda menos para la VIII edición.